lunes, 21 de febrero de 2011

El final de la música (sic)

Lo primero de todo, aviso para navegantes: este post va a ser uno de los más peñazo...bueno no, el más pesado y árido desde que empece con el blog: Luego no digáis que no avisé.

¿No tenéis a veces la sensación de "esto ya lo he oído" cuando le echáis el guante a un CD nuevo? Sí, ya lo sé, ahora es a una descarga de iTunes o de la mula. Llamadlo como queráis. El caso es que cada vez más a menudo entre los aficionados pasa esto: llega el tedio y la sensación de que todo se repite. Y hay casos extremos en los que la gente -normalmente la más snob- dice que hace años que no se oye música nueva. Cuidado, no me refiero a instrumentaciones nuevas o de mezcla de estilos, sino de un estilo nuevo. ¿Cuanto hace que apareció el blues, el jazz o la música electrónica? Además, en los últimos tiempos parece que más que música nueva lo que aparecen son conceptos incluso más allá de lo que los mortales conocemos como música: avant-garde, ruidismo, etc... Para los puristas el resto no dejan de ser pastiches de cosas que ya existían antes.

Hace unos meses (o años!) cayó en mis manos
El Final del Arte (¡gracias, Ana!), un ensayo de un famoso crítico de arte norteamericano, Arthur C. Danto, que intentaba explicar que el arte había muerto. A ver, este tipo es un monstruo y yo no tengo ni los conocimientos ni la jeta para plantearme un trabajo así. Mi idea es mucho más modesta: ver si cabe un paralelismo entre lo que él plantea como la muerte del arte en general y lo que yo intuyo sobre la música en particular.

Quizá el titular era un poco sensacionalista, pero lo que intentaba demostrar es que nuestra capacidad de renovar el lenguaje del arte se había terminado. Su enunciado se refería a que la capacidad de evolución, de nuevas formas de representación y expresión del arte se habían agotado. No hablaba de que no hubiese más artistas o galeristas, sino de que todo lo que íbamos a ver en adelante tenía una referencia anterior, no habría ninguna producción original nunca más. Al igual que se podía hablar de una Edad del Bronce o de una Edad del Hierro habría una Edad del Arte que concluiría, según su planteamiento, durante la segunda mitad del siglo XX.

En una de estas iluminaciones que le vienen a uno mientras escucha AC/DC, se me ocurrió que este planteamiento es perfectamente aplicable al mundo de la música. Tal y como la conocemos, la historia de la música y del resto de ramas del arte tiene una evolución bien similar, al menos aparentemente: muy lineal, casi con una sola línea de estilo principal durante siglos, hasta que en el siglo XIX comenzó a dar señales de perdida de su identidad única, dando lugar a un desmembramiento y a un número de estilos y ramificaciones
que ya en el siglo XX que son prácticamente imposibles de seguir.

En su ensayo, Danto dedicaba bastante tiempo a intentar establecer lo que era el arte, la historia del arte y su objetivo, para poder ser más preciso a la hora de dictaminar su muerte. Al final, yo he entendido que la historia del arte según él se puede plantear de dos formas:

- El arte como representación: La idea más antigua es que el arte se dedicaría a representar con más o menos fidelidad la realidad, y el progreso vendría en la capacidad de los artistas de acercarse ese objetivo. Esta claro que hay una evolución en la historia: los de las cuevas de Altamira no pintaban como Velázquez, ni éste como Antonio López. Esta idea es valida hasta el siglo XX, donde los artistas comienzan a separarse de ese camino, y casi se puede decir que muere la posibilidad de contar la historia del arte así. Esta claro que para los impresionistas, abstractos y demás los tiros no van por ahí.

- El arte como expresión: Lo bueno de esta versión más moderna de lo que es la historia del arte es que cabe todo, incluida la antigua representación. Según esta definición los artistas expresan sus sentimientos, y esto pueden hacerlo basándose en objetos reales o no, y por ahí se puede encajar la historia completa. Lo malo de esta definición es que nos rompe la idea de progreso tan clara que nos daba la definición antigua, y nos deja un mundo bastante inconexo donde aunque hay una relación histórica con el pasado, las líneas no están tan claras y en algunos casos ni hay líneas. Vamos, todo es más borroso.


Bueno, ya tenemos el berenjenal que nos quería explicar Danto, o al menos lo que yo he entresacado. Según lo anterior y saltándome un montón más de explicaciones, Danto concluye explicando que el objetivo final del arte es autocontenido: es el propio conocimiento del arte. Parece una chorrada, pero tiene sentido. Si quitamos todas las capas de la cebolla: dinero, prestigio, fama... y dejamos el interés innato del artista -yo no lo soy, pero me voy a tomar la licencia- tiene que ver con la curiosidad, con la necesidad de descubrir.

Una vez alcanzado ese conocimiento por completo, deja de tener sentido y el arte muere. Muere en el sentido de que queda como algo estático, sin producir nada que no se haya hecho antes ya. Esto estaría entroncado con la idea de Hegel (qué gran partido jugó contra los filósofos griegos) y el conocimiento absoluto. Hegel decía que en algún momento la humanidad llegaría al conocimiento absoluto, y la historia terminaría ahí. La humanidad no terminaría, pero entraríamos en un periodo donde nada cambiaría: la post-historia. ¡Qué tétrico!
 
La verdad es que la definición moderna de la historia del arte nos viene mejor para explicar la muerte de la música, porque la música es sobre todo expresión. De acuerdo, hay también representación: Vivaldi y el canto de los pájaros en Las Cuatro Estaciones, o cuando los jazzeros imitan una bocina de un coche, los rockeros un tren en marcha o de otra forma Kraftwerk colocaba sonidos de coches y máquinas en Autobahn para construir su música, ¿Pero esto son excepciones, no? El 99% de la música es expresión.

Si aplicamos todo lo anterior a la música, vemos que estamos agotando los caminos de exploración. Prácticamente todo lo que se produce son revisiones de cosas que ya existen, o géneros "crossover", donde el jazz se mezcla con la música brasileña, el rap con el metal, la clásica con el folk, etc, etc, etc...Y cuando aparece algo novedoso, lo primero es que casi no nos enteramos. ¿Y por qué? Porque se ha llegado a un extremo donde ya se discute si esa nueva forma realmente es música o va más allá (me estoy acordando de John Cage y la entrada que le dediqué) de lo que entendemos como música. Para ilustrarlo, ver este temazo de Hinyouki.

Da la impresión de que estamos llegando a las últimas fronteras. No nos equivoquemos. Cuando digo género nuevo, no hablo de los cientos de pseudo-géneros de los que por ejemplo hablan DJs o metaleros, donde si el tambor suena un poco diferente ya es un género diferente. Me refiero a cosas cien por cien genuinas. Si os fijáis, hace no muchos años no se llegaba a la discusión sobre si algo era música o no. Cuando aparecieron Sex Pistols (no es un ejemplo muy bueno, pero me vale) mucha gente dijo que era una mierda, pero no se discutía sobre si era música o no, sólo sobre su calidad. Sin embargo, en la actualidad ocurre con frecuencia que en los géneros más experimentales se discute de si se trata de música o estamos hablando de otra cosa.
 
Quizá, y hablando en plata, ya nos hemos salido de la música -o estamos a punto de salirnos- por algunos lados y nos queda poco por escudriñar. Ojalá Danto se equivocase en su diagnóstico y nos queden muchos mundos por explorar cuando termine el de nuestra música. Incluso de eso hablaba Danto: ¿Y si después de acabarse el arte descubrimos otra cosa? Pues efectivamente, sería otra cosa, no arte. Y lo mismo ocurriría con la música.
 
Probablemente para que esto quedara bien fino tendría que revisarlo un par de veces, pero es tan aburrido que es que no me apetece. Se queda así. Espero que a alguien le resulte interesante.