jueves, 7 de octubre de 2010

Stradivarius y lecciones de marketing


Siempre he dicho que los italianos son unos maestros del marketing. Sin entrar a analizar en las calidades reales de las cosas que hacen, nos dan sopas con onda en casi todo lo que un producto español compite con uno italiano: vino, aceite, quesos, la belleza del país...Incluso en algo como el jamón, donde nuestro pata negra o bellota son claramente mejores que su presunto de Parma, en cualquier lugar del mundo el jamón parmesano es mucho más popular.

¿Algo que reprochar? No, en absoluto. En un mundo tan jodidamente competitivo cada uno vende sus productos como puede, y los italianos son reyes en convertir ciertas cosas en 'delicatessen.' Hay que admitirlo, son unos maestros del marketing y deberíamos aprender bastantes cosas de ellos en ese aspecto. Su maestría en el arte de la publicidad no es nueva, y probablemente uno de los primeros y más conocidos casos de su buena mano con el marketing se vio ya desde finales del siglo XVII.

Hablamos del Stradivarius. Incluso para las personas no familiarizadas con el mundo musical Stradivarius es sinónimo de artesanía, exquisitez, calidad, en fin, lo mejor y más exclusivo en cualquier producto.

La familia Stradivari, italianos de Cremona, fueron populares constructores de instrumentos de cuerda durante los siglos XVII y XVIII. Concretamente, Antonio Stradivari fue quien llevó el nombre de la familia a su máximo esplendor. Tal ha sido la fama de los instrumentos que fabricó, que dura hasta nuestros días. Se calcula que a lo largo de su vida Antonio Stradivari fabricó unos 1100 instrumentos, en su mayoría violines. Hoy por hoy aun se conservan algo mas de 600, de ellos unos 500 violines,  llegándose a pagar hasta 3,5 millones de dólares por el más caro. Eso fue en Christie´s en 2006. Se cotizan tanto que hay un mercado negro de copias y falsificaciones, y varias historias de timos en los que se venden copias como auténticos.

La verdad es que cuando pensé en escribir esta entrada me disponía a cantar las bellezas de estos instrumentos, pero un poco de lectura me han hecho cambiar un poco la perspectiva. Bueno, siento disgustar a la audiencia, pero los Stradivarius no son tan únicos e inimitables. Son excelentes, y son los favoritos de los violinistas, y los favoritos de la mayoría de los musicólogos cuando se les pregunta sobre el tema. Ocurre que durante mucho tiempo se especuló sobre qué hace los Stradivarius tan diferentes y especiales: la madera o los barnices que se usaron en su fabricación. Se ha llegado a la conclusión de que no hay nada misterioso en ellos.

http://www.bbcmusicmagazine.com/news/stradivarius-varnish-myth-debunked

Por otro lado, puestos a examen en varias ocasiones fue imposible para varios profesionales, incluidos violinistas expertos a los que se les permitía tocar el instrumento, distinguir el sonido del Stradivarius con el sonido de otros grandes violines de otras épocas posteriores, especialmente de violines de primera actuales. Los violines actuales tienen todos los avances que Stradivari incorporó a los suyos, y lógicamente, bastantes cosas que él no supo. A ver si es que todos los artesanos de hoy en día con los conocimientos que hay de 250 años para acá son gilipollas y no van a saber hacerlo igual o mejor...

http://www.telegraph.co.uk/culture/music/3636787/Debunking-the-Stradivarius-myth.html

Lo siento, me he cargado otro mito. Bueno, no es verdad. Stradivari fue un tío que modernizó mucho la fabricación de los instrumentos: cambió la geometría, estudió y evolucionó las maderas y los procesos de fabricación, vamos que le dio una vuelta al asunto. Así que sí es justo decir que sus instrumentos eran los mejores de la época, incluso mejores que los de su maestro Amati, pero nada de que aun hoy no tienen comparación.

Otra lección de marketing de los italianos.